jueves, 26 de noviembre de 2009

Dios no es inocente.

Tras apoyar una polémica campaña en 2008, la frase "probablemente Dios no existe" sirve de base a Joan Carles Marset y Gabriel García Voltá para reivindicar la vigencia del ateísmo .

Después de la Segunda Guerra Mundial dio la impresión de que la religión iba a quedar reducida a una reliquia del pasado y a una práctica privada y familiar sin apenas impacto social. Especialmente en Europa parecía que la utopía de la vida plena y feliz podría alcanzarse en este mundo, en Occidente, con el disfrute de la sociedad de consumo, y en Europa oriental, gracias a la edificación del socialismo. La llegada de la crisis económica a mediados de los años setenta puso de manifiesto las contradicciones de ambos modelos y dio alas a los que aún combatían contra una moral laica y un mundo sin Dios. Empezaba una contrarrevolución fundamentalista que iba a inundar buena parte del planeta. Los fundamentalistas de cualquier religión defienden que sus textos sagrados son la expresión literal de una Verdad Absoluta inspirada directamente por Dios y se comprometen en una lucha por conseguir que tanto la vida social como la política respondan a esas verdades inmutables y eternas. Los males sociales tienen como causa el pecado y el alejamiento de Dios -una idea bien medieval. Las soluciones hay que buscarlas en Dios porque sólo en Él hay respuestas seguras. Es ésta una visión del mundo un poco "colectivista": no importan ni el origen étnico, ni el familiar, ni el social. Las convicciones religiosas y el modo de vida sirven de argamasa social y diluyen las diferencias. No obstante, pronto se descubre en sus programas una fuerte nostalgia del pasado y lo que podríamos calificar de un "igualitarismo de derechas". En muchos lugares los fundamentalistas están firmemente en contra del aborto y la homosexualidad, exigen el mantenimiento de la familia tradicional y de un sistema educativo que expulse de las aulas el darwinismo y cualquier interpretación del mundo ajena o contraria a los textos sagrados.
¿Por qué se mantienen aún hoy las religiones en la conciencia de los seres humanos cuando parece que son abiertamente contradictorias con todas las certezas del mundo actual? La respuesta es tan compleja como compleja es la realidad social en la que vivimos. En el mundo actual hay más de mil millones de personas en una situación de pobreza desesperante, el analfabetismo sigue siendo una plaga en muchos lugares y en amplias zonas del planeta los gobiernos y las clases dirigentes siguen confiando en la religión como mecanismo de control social, por lo que favorecen y financian su difusión. La familia constituye también un semillero fundamental de nuevos creyentes. Su impacto sobre niños y jóvenes es muy grande, sobre todo si la religión familiar es también la socialmente dominante. Esta doble presión es casi irresistible, una auténtica jaula de hierro de la que es difícil escapar. El mejor ejemplo de lo dicho es el mundo islámico actual, en el que se juntan todos los factores del problema: un escaso impacto del liberalismo político y de la modernización socioeconómica, frecuentes crisis políticas motivadas en parte por un conflicto crónico con Occidente y una religión que impregna desde hace muchos siglos toda la vida social. Es en el mundo islámico -y en Estados Unidos- donde el integrismo ha encontrado más adeptos. El texto coránico está más allá del tiempo, de las especificidades culturales, de los cambios sociales y de los contextos políticos. Su interpretación y su aplicación no pueden ser objeto de ninguna aclimatación ni adaptación. Las disposiciones coránicas son válidas en todo tiempo y en todo lugar, son universales e intemporales. No se puede tener razón contra Dios. Durante siglos el cristianismo europeo bebió de las mismas convicciones y aplicó idénticas fórmulas. La jerarquía católica tampoco defiende en la actualidad ideas muy distintas: las leyes del Estado tienen que ajustarse al orden natural querido por Dios, que prevalece sobre la inconstante y frágil voluntad humana. Es decir, los obispos se reservan la última palabra sobre la legitimidad del ordenamiento jurídico democrático que no puede ir contra Dios, o sea, contra los intereses de la jerarquía católica.
¿Es o ha sido necesaria y útil la religión? También ésta es una pregunta de difícil respuesta. Todos tenemos una opinión personal a esta pregunta y con frecuencia nuestras apreciaciones no son coincidentes. Planea sobre esta cuestión casi siempre la formación intelectual del que opina. Una mente tan lúcida como la de Richard Dawkins da una respuesta claramente biológica y determinista a la cuestión en su libro El espejismo de Dios. Para él, la religión ha sido una gran derrochadora de recursos materiales y humanos a lo largo de la historia. Aparentemente, millones de personas han muerto por su culpa y es difícil justificar el despilfarro que significan las pirámides de Egipto o las catedrales góticas -si Dawkins se plantease también para qué han servido palacios como el de Versalles, quizá se pondría en la pista de la buena respuesta.
Las religiones han sido -y son- ideologías, es decir, creencias y conceptos que explican el conjunto del mundo a quienes las sustentan. Como ya demostró Marx, las ideologías no son ni inocentes ni neutrales. Las ideologías son frecuentemente mecanismos de dominación de las clases dirigentes. Éstas presentan sus intereses al conjunto de la sociedad como los intereses de todos para reforzar su hegemonía. La ideología ayuda a la clase dominante a verse a sí misma como detentadora del poder y de la riqueza por méritos propios y desarrolla en la conciencia de las clases subalternas la convicción de que viven en un mundo quizá injusto, pero inmutable, en el que es mejor obedecer que resistir. En este sentido, las catedrales y los palacios como Versalles tenían un fuerte valor simbólico, porque expresaban con gran majestad y belleza el poder y la superioridad de la clase dirigente ante las clases dominadas, al mismo tiempo que halagaban la vanidad de las primeras y hacían su vida mucho más confortable. El poder de los símbolos puede ser más efectivo que el de las bayonetas. Ésta ha sido una función clave -aunque desde luego no la única- de la religión en largos periodos de la historia de la humanidad: ser un eficaz instrumento de dominación. Por otro lado, ya sabemos que los muertos atribuidos a la locura religiosa tenían frecuentemente otros asesinos, aunque la religión pudiese servir como coartada ideológica y justificación moral de cualquier atrocidad. Para explicar según qué cosas es más útil la historia que la biología.
¿Y cuál es la utilidad de la religión hoy? En los países económicamente desarrollados y cultos, la física y la biología la han sustituido desde hace tiempo como interpretación del mundo. Las religiones han reconocido su derrota -aunque hay excepciones como Estados Unidos, donde los creacionistas siguen librando una guerra imposible en favor del Génesis- y se han refugiado en su papel de consoladoras del dolor humano y orientadoras morales. En esta última función tienen depositadas sus últimas esperanzas de supervivencia y en este campo siguen considerándose depositarias de una verdad última, intangible, que está por encima de las verdades transitorias, efímeras, ilusorias de la sociedad humana.

jueves, 30 de julio de 2009

El Papa y Las Otras Religiones, Una Guerra Eterna.


Juan Pablo II durante su papado desarrolló un gran interés por profundizar el diálogo con otras religiones.

Los frutos de ese diálogo han sido bastante escasos, pero al menos han servido para marcar el camino a su sucesor.

Juan Pablo II dijo, el que venga después sabrá que no puede abandonar esa línea, aunque la brecha que separe a todas las religiones parezca infranqueable.

El concepto de "guerras de religión" nos parece algo superado en Europa. En otras partes del mundo, es desgraciadamente una realidad que no se puede obviar.

Karol Wojtyla (Juan Pablo II) quiso asumir personalmente la responsabilidad de acercarse al judaísmo y al islam. Fue el primer Papa en visitar una sinagoga y en visitar una mezquita. Cuando estuvo en Jerusalén, se acercó al Muro de las Lamentaciones. Allí depositó, como hacen los judíos, un trozo de papel entre las piedras del muro, en el que solicitaba perdón por los siglos de persecuciones de los judíos por los cristianos.

Los líderes religiosos musulmanes que hoy han mostrado su reconocimiento a la figura del Papa recuerdan probablemente las imágenes de su entrada descalzo en la mezquita de Damasco, donde rezó ante lo que la tradición dicta que es la tumba de Juan Bautista.

En el mundo islámico, se reconoce que la defensa de la paz tan frecuente en los discursos del Papa no estaba contaminada por intenciones políticas ocultas. Al mismo tiempo, la postura intransigente de la Santa Sede contra el aborto y cualquier método anticonceptivo ha hecho que los líderes religiosos islámicos y católicos mantengan posiciones similares en los foros internacionales convocados a tal fin.

La lucha contra la Unión Soviética acercó a Juan Pablo II a Estados Unidos tanto que se podría pensar en una especie de alianza entre Reagan y Wojtyla para acelerar el fin del comunismo. Sin embargo, años después EEUU fue a la guerra para responder a la invasión iraquí de Kuwait y para derrocar a Sadam Hussein, el Vaticano mantuvo una voz propia diferente a la de las grandes potencias occidentales.

La Iglesia Católica casi ha descartado la guerra como instrumento para solucionar los conflictos entre los seres humanos. En el pasado, los Papas eran también caudillos militares que mantenían el principio de que donde llegaba la fe, debía llegar la espada. Ahora, la diplomacia vaticana prefiere creer que la guerra sirve sobre todo para castigar a los inocentes. Este acercamiento a otras religiones se ha quedado en simples gestos, porque hay un límite en el reconocimiento de los "dioses" de los demás. Supongo que era inevitable, pero la Iglesia Católica no ha querido renunciar a la idea del misionero. Si aceptas otra religión como verdadera, como otra forma que tienen otras personas de acercarse a Dios, ¿qué sentido tiene ir a esos países para convertir a los fieles de otras religiones?

La contradicción quedó patente cuando el Vaticano publicó, el 5 de septiembre de 2000, "Dominus Iesus", un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que presidía el cardenal Ratzinger. El texto negaba que otras religiones pudieran ofrecer la salvación e insistía en conseguir conversos al cristianismo es "un deber urgente". Aceptaba que los otros fieles podrían salvar su alma, no decía exactamente cómo, pero destacaba que se encontraban en una situación de inferioridad frente al cristianismo.

Unos días antes, Juan Pablo II beatificó a Juan XXIII y Pío IX. La decisión escandalizó a muchos judíos, porque Pío IX figura de forma prominente en el panteón de los líderes religiosos cristianos que promulgaron decisiones basadas en la consideración de los judíos como seres inferiores.

Se dice que Juan Pablo II nunca demostró una superioridad del cristianismo, tal y como está expresada en "Dominus Iesus", cuando se reunía con dirigentes de otras religiones. Quizá el texto de Ratzinger, apoyado después por Wojtyla, marque los límites de algo que no tiene mucho futuro, el diálogo entre religiones, pero que es necesario mantener vivo. Al menos, puede servir para impedir que haya personas que sean perseguidas y asesinadas por sus ideas religiosas.

jueves, 16 de julio de 2009

Oración a María, Rosa Mística.

Oh María, Rosa Mística, Madre de Jesús y también Madre nuestra! Tú eres nuestra esperanza, nuestra fortaleza y nuestro consuelo. Danos desde el cielo tu maternal bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Rosa Mística, Inmaculada Virgen, Madre de la gracia, en honor de tu Divino Hijo, nos postramos ante Ti, para implorar la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu Corazón maternal, pedimos ayuda y gracias, con la seguridad de ser escuchados. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la Iglesia, Cuerpo Místico de Jesucristo. Te pedimos para el mundo destrozado por las discordias, el don de la unión, de la paz y de todas las gracias que pueden convertir los corazones de tantos hijos tuyos. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de los apóstoles, haz florecer alrededor de los altares eucarísticos, numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas, que con la santidad de su vida y el celo ardiente por las almas, puedan extender el Reino de tu Hijo Jesús por todo el mundo. Derrama, Oh Madre sobre nosotros tus dones celestiales.
Salve, Oh Rosa Mística, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.