jueves, 30 de julio de 2009

El Papa y Las Otras Religiones, Una Guerra Eterna.


Juan Pablo II durante su papado desarrolló un gran interés por profundizar el diálogo con otras religiones.

Los frutos de ese diálogo han sido bastante escasos, pero al menos han servido para marcar el camino a su sucesor.

Juan Pablo II dijo, el que venga después sabrá que no puede abandonar esa línea, aunque la brecha que separe a todas las religiones parezca infranqueable.

El concepto de "guerras de religión" nos parece algo superado en Europa. En otras partes del mundo, es desgraciadamente una realidad que no se puede obviar.

Karol Wojtyla (Juan Pablo II) quiso asumir personalmente la responsabilidad de acercarse al judaísmo y al islam. Fue el primer Papa en visitar una sinagoga y en visitar una mezquita. Cuando estuvo en Jerusalén, se acercó al Muro de las Lamentaciones. Allí depositó, como hacen los judíos, un trozo de papel entre las piedras del muro, en el que solicitaba perdón por los siglos de persecuciones de los judíos por los cristianos.

Los líderes religiosos musulmanes que hoy han mostrado su reconocimiento a la figura del Papa recuerdan probablemente las imágenes de su entrada descalzo en la mezquita de Damasco, donde rezó ante lo que la tradición dicta que es la tumba de Juan Bautista.

En el mundo islámico, se reconoce que la defensa de la paz tan frecuente en los discursos del Papa no estaba contaminada por intenciones políticas ocultas. Al mismo tiempo, la postura intransigente de la Santa Sede contra el aborto y cualquier método anticonceptivo ha hecho que los líderes religiosos islámicos y católicos mantengan posiciones similares en los foros internacionales convocados a tal fin.

La lucha contra la Unión Soviética acercó a Juan Pablo II a Estados Unidos tanto que se podría pensar en una especie de alianza entre Reagan y Wojtyla para acelerar el fin del comunismo. Sin embargo, años después EEUU fue a la guerra para responder a la invasión iraquí de Kuwait y para derrocar a Sadam Hussein, el Vaticano mantuvo una voz propia diferente a la de las grandes potencias occidentales.

La Iglesia Católica casi ha descartado la guerra como instrumento para solucionar los conflictos entre los seres humanos. En el pasado, los Papas eran también caudillos militares que mantenían el principio de que donde llegaba la fe, debía llegar la espada. Ahora, la diplomacia vaticana prefiere creer que la guerra sirve sobre todo para castigar a los inocentes. Este acercamiento a otras religiones se ha quedado en simples gestos, porque hay un límite en el reconocimiento de los "dioses" de los demás. Supongo que era inevitable, pero la Iglesia Católica no ha querido renunciar a la idea del misionero. Si aceptas otra religión como verdadera, como otra forma que tienen otras personas de acercarse a Dios, ¿qué sentido tiene ir a esos países para convertir a los fieles de otras religiones?

La contradicción quedó patente cuando el Vaticano publicó, el 5 de septiembre de 2000, "Dominus Iesus", un documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que presidía el cardenal Ratzinger. El texto negaba que otras religiones pudieran ofrecer la salvación e insistía en conseguir conversos al cristianismo es "un deber urgente". Aceptaba que los otros fieles podrían salvar su alma, no decía exactamente cómo, pero destacaba que se encontraban en una situación de inferioridad frente al cristianismo.

Unos días antes, Juan Pablo II beatificó a Juan XXIII y Pío IX. La decisión escandalizó a muchos judíos, porque Pío IX figura de forma prominente en el panteón de los líderes religiosos cristianos que promulgaron decisiones basadas en la consideración de los judíos como seres inferiores.

Se dice que Juan Pablo II nunca demostró una superioridad del cristianismo, tal y como está expresada en "Dominus Iesus", cuando se reunía con dirigentes de otras religiones. Quizá el texto de Ratzinger, apoyado después por Wojtyla, marque los límites de algo que no tiene mucho futuro, el diálogo entre religiones, pero que es necesario mantener vivo. Al menos, puede servir para impedir que haya personas que sean perseguidas y asesinadas por sus ideas religiosas.

jueves, 16 de julio de 2009

Oración a María, Rosa Mística.

Oh María, Rosa Mística, Madre de Jesús y también Madre nuestra! Tú eres nuestra esperanza, nuestra fortaleza y nuestro consuelo. Danos desde el cielo tu maternal bendición en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
Rosa Mística, Inmaculada Virgen, Madre de la gracia, en honor de tu Divino Hijo, nos postramos ante Ti, para implorar la misericordia de Dios. No por nuestros méritos, sino por la bondad de tu Corazón maternal, pedimos ayuda y gracias, con la seguridad de ser escuchados. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de Jesús, Reina del Santo Rosario y Madre de la Iglesia, Cuerpo Místico de Jesucristo. Te pedimos para el mundo destrozado por las discordias, el don de la unión, de la paz y de todas las gracias que pueden convertir los corazones de tantos hijos tuyos. Avemaría…
Rosa Mística, Madre de los apóstoles, haz florecer alrededor de los altares eucarísticos, numerosas vocaciones sacerdotales y religiosas, que con la santidad de su vida y el celo ardiente por las almas, puedan extender el Reino de tu Hijo Jesús por todo el mundo. Derrama, Oh Madre sobre nosotros tus dones celestiales.
Salve, Oh Rosa Mística, Madre de la Iglesia, ruega por nosotros.